Iñaki Muñoz, presidente de la asociación Disfam, recomienda a los docentes que apliquen protocolos de detección precoz y adapten el método de enseñanza a las dificultades de estos niños
Para situar a los asistentes al coloquio en el universo de esta enfermedad, primero se proyectó el corto documental ‘Un trastorno invisible’, que recoge algunos testimonios de niños, jóvenes y adultos que padecen dislexia y que han salido adelante.
Dolores de estómago
El documental revela que un niño con dislexia no solo tiene problemas de aprendizaje sino que también presenta trastornos del sueño, dolores de estómago e hipersensibilidad.
Según estos casos, la mayoría de afectados vivieron burlas en el colegio, incluso por parte de sus profesores, lo que les ha generado una gran falta de autoestima. Sus problemas, sobre todo con la lectoescritura (numerosas faltas de ortografía o balbuceos a la hora de leer en voz alta), les hace «parecer tontos», según algunos testimonios como el del Gabriel, ahora profesor de música. Las madres de Hugo y Ainoa, dos pequeños con trastorno de dislexia, explican en el documental su frustación y sus batallas para lograr que hiciesen los deberes o memorizasen cosas sencillas antes de conocer el diagnóstico y poder actuar en consecuencia.
Uno de los testimonios más estremecedores fue el de Daniel, un universitario de 20 años con dos matrículas de honor en su expediente, que llegó a tener inclinaciones suicidas en su adolescencia. «Cualquier cosa me suponía un esfuerzo enorme. Era un fantasma y estaba cansado de vivir. La adolescencia fue un tormento, si no me suicidé fue por los demás», explica este joven.
Araceli Salas, madre de Iñaki Muñoz, fundó Disfam en 2002 cuando descubrió que Iñaki sufría TDA (Trastorno de déficit de atención) y su hermano dislexia. «Entonces no existía una agrupación para velar por la correcta atención de estos niños y, poco a poco, se ha ido incrementado el trabajo de concienciación social y conocimiento de sus síntomas y tratamiento», apuntó Iñaki Muñoz. El actual presidente insistió en que la legislación, tanto estatal como balear, obliga a las administraciones a identificar las necesidades específicas de los alumnos y dar formación a los profesionales, algo que no siempre sucede, como pusieron de manifiesto algunos de los asistentes al coloquio posterior.
«Los padres están legalmente cubiertos para exigir en los centros escolares una atención especial para sus hijos», apuntó, y recomendó a los docentes que trabajen con el protocolo gratuito Prodislex (se puede descargar en www.disfam.net) que es «muy eficaz» para detectar que una persona tiene dislexia.